(Por Antonio Huizar Flores) — La inauguración de la polémica obra de teatro “La Golondrina y su Príncipe” se caracterizó por asientos vacíos y un fuerte despliegue mediático para justificar el fiasco ante la sociedad chihuahuense.
Según testimonios de los presentes, secciones enteras de la audiencia no fueron llenadas por el público, dejando asientos vacíos que se pudieron constatar en evidencia fotográfica.
A pesar del “acarreo” de personas para llenar el público, no se cumplieron las expectativas que el propio alcalde Marco Bonilla había generado, anunciando en días anteriores que el agotamiento total de los más de 4 mil boletos para la primera función.
Ciudadanos capturaron fotos de los camiones utilizados por el gobierno municipal para llevar gente a la obra de teatro.
En días pasados el presidente municipal afirmó ante medios de comunicación que su gobierno utilizaría el “acarreo” para llevar a personas a la obra de teatro.
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Por su parte, el Secretario General de Gobierno, César Jáuregui, estuvo presente supervisando la apertura del espectáculo.
La propia obra de teatro tuvo dificultades, aseguraron fuentes al interior de la producción de la misma, como por ejemplo los problemas técnicos con la pantalla principal dañada.
En semanas pasadas, la millonaria pantalla traída de Italia habría sufrido daños en su traslado y montaje, por lo que utilizarían proyectores y no la funcionalidad total de la pantalla, que según el director Alberto Espino se trata de una pantalla de “retroproyección de 12 metros de largo por seis de alto donde van a salir pequeños films en animación 3D”.
De acuerdo con una fuente dentro del equipo responsable de montar la producción, utilizaron lonas y proyectores para improvisar una solución a los fallos técnicos de la pantalla.
Por otro lado, se orquestó una operación mediática para difundir el “éxito” de la obra de teatro en su primera función.
Reporteros de distintos medios de comunicación fungieron como “enviados especiales” para cubrir la inauguración, según testimonios de los mismos trabajadores de la información.