El hidrógeno, el elemento más abundante en el universo, asoma junto con los autos eléctricos como una buena forma de atenuar el impacto destructivo del dióxido de carbono.
Todas las mañanas, más de una docena de autobuses paran en una estación de reabastecimiento de Canton, Ohio, antes de iniciar sus recorridos por esta ciudad al sur de Cleveland.
A simple vista, los buses, fabricados por El Dorado National y propiedad de la Stark Area Regional Transit Authority, son como tantos otros. En conjunto, no obstante, son parte de la avanzada de una tecnología que podría producir transportes urbanos más limpios. En lugar de usar combustible diésel altamente contaminante, una cuarta parte de los autobuses de ese organismo funcionan con hidrógeno y lo único que emiten es un vapor de agua totalmente inocuo.
El hidrógeno, el elemento más abundante en el universo, asoma junto con los autos eléctricos como una buena forma de atenuar el impacto destructivo del dióxido de carbono que emiten los 1,200 millones de vehículos que circulan en el planeta. Los fabricantes de camiones grandes y de vehículos comerciales están empezando a apostar a la tecnología de pilas de combustible de hidrógeno. También los fabricantes de aviones, trenes y de vehículos de pasajeros.
En Estados Unidos y otros países, el transporte es el principal causante del cambio climático. Por ello la energía a base de hidrógeno es considerada una alternativa potencialmente importante para reducir las emisiones de carbono.
Está claro que el hidrógeno dista mucho de ser una solución mágica. Por ahora, el hidrógeno que se produce anualmente en el mundo, sobre todo para refinerías y productoras de fertilizantes, se genera usando gas natural o carbón. Ese proceso contamina el aire y calienta el planeta, en lugar de salvarlo. Un nuevo estudio de investigadores de las universidades de Cornell y Stanford reveló que la mayor parte de la producción de hidrógeno emite dióxido de carbono, lo que quiere decir que el hidrógeno que impulsa el transporte no podría ser considerado energía limpia por ahora.
De todos modos, los impulsores del transporte a base de hidrógeno dicen que, a la larga, la producción de hidrógeno no va a causar tantos daños al medio ambiente. Avizoran un mayor uso de energía eólica y solar, que puede separar el hidrógeno del oxígeno en el agua. A medida que se popularizan las energías renovables, la producción de hidrógeno debería hacerse más limpia y barata.
En los próximos tres años, General Motors, Navistar y la fabricante de camiones J.B. Hunt planean construir estaciones de reabastecimiento y usar camiones propulsados con hidrógeno en varias carreteras de Estados Unidos. Toyota, Kenworth y el puerto de Los Ángeles están ensayando camiones de hidrógeno para transportar mercaderías desde los barcos hasta los depósitos.
Volvo Trucks (la división de Volvo que produce camiones), Daimler Trucks AG y otros fabricantes anunciaron asimismo alianzas con el objetivo de ofrecer camiones sin emisiones.
En Alemania funciona desde el 2018 un tren impulsado por hidrógeno y se vienen otros más. Airbus, la fabricante francesa de aviones más grande del mundo, está considerando igualmente la propulsión a base de hidrógeno.
“Esto es lo más cerca que hemos llegado a un punto de inflexión”, expresó Shawn Litster, profesor de ingeniería mecánica de la Carnegie Mellon University, que estudia las pilas de combustible de hidrógeno desde hace casi dos décadas.
El hidrógeno se usa tradicionalmente en la producción de fertilizantes, acero, petróleo, cemento y sustancias químicas. También propulsa algunos vehículos, incluidos 35.000 montacargas en Estados Unidos. Su eventual uso en las carreteras, para transportar cargamentos pesados, podría empezar a reemplazar el uso del diésel, que es muy contaminante.
Kirt Conrad, CEO de la empresa de transporte de Canton desde el 2009, dice que otros sistemas de tránsito han expresado interés en la tecnología de pilas de combustible de hidrógeno y que su dependencia hace demostraciones con sus autobuses en todo el país. La red de transportes de Canton adquirió sus primeros tres autobuses de hidrógeno en el 2016 y desde entonces agregó otros 11. También construyó una estación de reabastecimiento.
Otras dos redes de transporte público de California, las de los condados de Oakland y Riverside, tienen autobuses de hidrógeno en sus flotas.
“Demostramos que nuestros autobuses son confiables y reducen costos. Estamos rompiendo las barreras que impedían la adopción de esta tecnología”, afirmó Conrad.
Los camiones de carga que recorren largas distancias parecen los candidatos ideales para adoptar el hidrógeno a corto plazo. Las pilas de combustible, que convierten el gas del hidrógeno en electricidad, duran más que las baterías de los camiones eléctricos, resisten mejor las temperaturas bajas y se reabastecen mucho más rápido que las baterías eléctricas. Esto podría representar una ventaja para los taxis y los camiones repartidores, según los partidarios del hidrógeno.
Esa fue una de las razones por las que la empresa de limosinas londinense Green Tomato Cars tiene 60 vehículos Toyota Mirai con esa tecnología entre sus 500 autos que no emiten contaminantes. Uno de sus fundadores, Jonny Goldstone, dijo que sus choferes pueden recorrer 500 kilómetros (300 millas) con un tanque y reabastecerse en tres minutos.
Esto hace que el tiempo les rinda mucho más a los choferes, que no tienen que pasar horas recargando vehículos eléctricos.
Por ahora Green Tomato es uno de los principales operadores de vehículos de hidrógeno en Europa, donde hay unos 2.000.
En Estados Unidos hay unos 7.500, sobre todo en California.