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Boutiques de lujo, joyerías y la mayoría de las tiendas por departamentos en Milán estaban cerradas el viernes, cuando el centro de la capital financiera de Italia quedó silente en el inicio de un encierro parcial dirigido a frenar el resurgimiento del coronavirus.
Las nuevas restricciones que llevaron al cierre de numerosos negocios no esenciales permiten considerablemente más libertades que el encierro casi total de 10 semanas que comenzó en marzo, pero no obstante fueron criticadas por gobiernos regionales que se sienten injustamente señalados. Especialmente el sur, que en general se libró de las restricciones en la primavera, fue el que más se quejó, pese a temores de que su sistema de salud pública, más débil, es especialmente vulnerable.
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Las medidas en Italia son similares a otras en diversas partes de Europa, donde las infecciones están subiendo de nuevo, pero los gobiernos se han mostrado renuentes a imponer el tipo de encierros radicales de la primavera debido al terrible daño económico que causaron. Por ejemplo, muchos países europeos han decidido mantener abiertas las escuelas haciendo más fácil que los padres trabajen aunque han cerrado bares, restaurantes y muchas tiendas.
Pero incluso las restricciones más leves esta vez están siendo criticadas especialmente en países como Gran Bretaña e Italia, donde han exacerbado tensiones regionales.
Bajo el complicado sistema en Italia, las regiones norteñas de Lombardía, Piamonte y Valle de Aosta y la sureña Calabria, enfrentan restricciones sen los próximos 15 días, incluyendo el cierre de tiendas no esenciales y limitando el servicio de restaurantes y bares solamente para llevar, además de enseñanza por internet para estudiantes de 12 años o mayores.
Sicilia y Puglia, otras dos regiones sureñas, están en el segundo nivel de restricciones, mientras que el resto del país mantenía mayor libertad de movimiento, pero con un toque de queda a partir de las 10 p.m. y los restaurantes cerrando a las 6 p.m.
