El presidente de Rusia, Vladimir Putin, prometió aumentar los ataques contra Ucrania, y ahora Kyiv se está dando cuenta de a qué se refería.
El pasado martes por la noche, el Presidente Volodymyr Zelensky afirmó que Rusia había lanzado 500 misiles y drones contra Ucrania en sólo cinco días.
Al menos 32 personas murieron en la capital ucraniana en ese lapso, 30 de ellas en un solo ataque: el 29 de diciembre, cuando Rusia lanzó uno de los mayores ataques aéreos registrados en esta guerra.
Y no es sólo en la capital. Casi 60 personas murieron en todo el país: Járkiv, en el noreste, Zaporizhzhia, en el sur, Odesa, en la costa sur, e incluso Lviv, en el extremo occidental, sufrieron ataques.
Desde que lanzó su invasión, Rusia no ha dejado de atacar Ucrania por aire, pero esta última serie de ataques supone una escalada mortal.
¿Qué significa para Ucrania esta nueva fase de la guerra? ¿Y cuál es el plan detrás del nuevo asalto aéreo de Rusia?
Ucrania no había sufrido ataques tan intensos desde el comienzo de la invasión a gran escala de Rusia.
Y lo que ha cambiado no es sólo la magnitud de los ataques, sino también la táctica.
El ataque del 2 de enero duró seis horas en Kyiv. Los rusos lanzaron una oleada de drones contra la capital. Las fuerzas aéreas ucranianas afirmaron que pudieron derribarlos todos, 35 en total.
Pero luego siguieron los ataques con misiles de diferentes tipos, en un intento de abrumar y romper las defensas de la ciudad.
Los misiles alcanzaron el corazón de Kyiv en estos últimos cinco días, por primera vez en meses.
“Siempre intentan encontrar una mejor manera de romper nuestros sistemas de defensa aérea y hacer que su ataque sea más eficiente”, le dijo a la BBC Oleksandr Musiyenko, del Centro de Investigación Jurídica Militar de Ucrania.
Eso significa que utilizan diferentes tipos de misiles -hipersónicos, de crucero y balísticos-, pero también que estos misiles se disparan por diferentes rutas. Estas armas pueden cambiar de dirección en el aire, lo cual supone más dolores de cabeza para la defensa aérea.
Rusia también está variando su objetivo. El 29 de diciembre, apuntó sus armas a ciudades por todo el país; el 2 de enero, sólo a Kyiv y Járkiv.
“Los rusos trataron de concentrar su poder de ataque… y apuntar sólo a una o dos ciudades”, dijo Musiyenko.
La forma en que Rusia prepara estos ataques también está cambiando. El servicio de inteligencia ucraniano, el SBU, informó el martes de que había encontrado y desactivado “dos cámaras robóticas de vigilancia en línea” que, según afirma, fueron hackeadas por Rusia para espiar las defensas de Kyiv y explorar objetivos.
No está claro por cuánto tiempo más podrá Rusia seguir llevando a cabo estos ataques a gran escala.
Los análisis realizados por medios ucranianos sugieren que el ataque del 29 de diciembre costó US$1.273 millones, mientras que el del 2 de enero costó 620 millones de dólares, según la revista Forbes.
Ucrania se temía desde antes del invierno que Rusia estaba almacenando armas para ataques a gran escala.
Un análisis publicado en Le Monde cita a funcionarios ucranianos que afirman que Rusia sigue teniendo en sus arsenales unos 1.000 misiles balísticos o de crucero, y es capaz de fabricar unos 100 más al mes.
Musiyenko afirma que Ucrania también se ha estado preparando.
Ucrania utiliza cañones antiaéreos Gepard de fabricación alemana para hacer frente a los drones, mientras que los sistemas Buk de la era soviética se utilizan contra los misiles de crucero y los Patriots de fabricación estadounidense contra los misiles hipersónicos Kinzhal.
“Dividimos nuestros sistemas para diferentes tipos de amenazas”, dice Musiyenko, aunque por supuesto esto implica depender de Occidente para la munición y el mantenimiento. “Así que, por supuesto, es muy importante para nosotros recibir este apoyo”.
Este es un punto clave ahora para Kyiv.
Con la ayuda estadounidense empantanada en luchas políticas internas y la UE incapaz de producir siquiera la mitad del millón de proyectiles de artillería que prometió para finales de 2023, Rusia bien podría estar lanzando estos vastos ataques en un momento en el que los suministros de Ucrania podrían estar agotándose.