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La Opinión de Omar Bazán.- El cáncer infantil es una enfermedad abrumadora para toda familia y que decir del estrés emocional desde la espera de un diagnóstico; es una difícil situación y los chihuahuenses deben en todo momento estar respaldados no solo por un servicio médico eficiente, sino personal que atienda desde una perspectiva humanista.
En el estado, en los últimos cinco años se han detectado casi 300 casos de cáncer infantil, una cifra alarmante porque sepulta sueños, coarta la infancia y como ya dijimos genera efectos arrasadores para la estabilidad familiar.
Por ello debemos establecer, primero, mecanismos que aceleren el diagnóstico temprano, ya que brinda a las familias un sentido de control y permite una planificación más informada y tranquila para el camino que se avecina.
Aunado a este factor integral, debemos concientizar sobre la comprensión de los factores de riesgo y la adopción de hábitos de vida saludables desde una edad temprana pueden reducir la probabilidad de desarrollar tumores.
Además, la identificación y gestión de factores genéticos o hereditarios pueden jugar un papel preventivo importante.
Sin embargo, el enfoque no debería limitarse a la detección y prevención médica. Es necesario abordar también los aspectos emocionales y psicológicos de los niños y sus familias que enfrentan la posibilidad de un diagnóstico de tumor pediátrico. El apoyo emocional, la información transparente y la conexión con grupos de apoyo pueden aliviar la carga emocional y mejorar la capacidad de enfrentar el proceso de tratamiento y recuperación.
Actualmente los dos principales tipos de cáncer corresponden a la leucemia linfoblástica, la cual que si se detecta a tiempo es muy posible obtener una recuperación, mientras que la leucemia mieloblástica tiene un alto porcentaje de recaída y es mucho más agresiva.
El cáncer o linfoma infantil es una enfermedad poco común en México y particularmente en Chihuahua, sin embargo, los oncólogos y pediatras coinciden que la falta de actividad física, la exposición a productos químicos y sobre todo una mala alimentación son los principales causantes de esta enfermedad.
Las edades con mayor prevalencia de cáncer están entre los 3 y 6 años de edad.
Los principales síntomas en los niños son fiebre, palidez progresiva, pérdida de apetito, dolores articulares y presentan infecciones constantemente por la baja de las defensas, dolores de cabeza y vómito.
En este sentido, las visitas médicas regulares y exámenes de salud desempeñan un papel fundamental en la identificación temprana de tumores pediátricos. Estas visitas permiten una supervisión constante del desarrollo del niño y brindan oportunidades para detectar cambios sutiles que podrían indicar la presencia de un tumor.
Ahora, los tumores pediátricos, aunque menos comunes que los cánceres en adultos, tienen un impacto desproporcionado en la vida de los niños y sus familias, por obvias razones.
Y es que la naturaleza delicada y en desarrollo de los cuerpos infantiles aumenta los efectos físicos, pero también emocionales.
Cada 15 de febrero se conmemora el Día Internacional de la lucha Contra el Cáncer Infantil, una fecha para hacer conciencia en la población sobre la importancia que tiene el acudir al médico de forma rutinaria y conocer la salud de los niños y niñas, así como los cambios que pudieran tener en su estado de ánimo.
En una reciente iniciativa dirigida a reformar la Ley Estatal de Salud, buscamos que se adicione una fracción VIII en el Artículo 67, con la finalidad de promover e implementar programas para la atención dirigida a niñas y niños con el objeto de establecer las acciones necesarias para la detección y prevención oportuna de los tumores pediátricos, y establecer los convenios y coordinación necesarios para ese fin.
Incorporando la fracción VIII, que se leerá: La atención dirigida a niñas y niños con el objeto de establecer las acciones necesarias para la detección y prevención oportuna de los tumores pediátricos, y establecer los convenios y coordinación necesarios para ese fin.
