En el municipio de San Rafael, al norte del estado de Veracruz, se registró una mortandad de peces; los pobladores responsabilizan a una empresa de jugos que tira sus desechos al verse rebasados sus depósitos.
Aseguraron que a pesar de que no es la primera vez que sucede, no han investigado a la empresa.
Desde la tarde del jueves se presentaron autoridades de la Procuraduría Estatal de Medio Ambiente para verificar las denuncias en contra de la juguera. Sin embargo, para entonces ya habían pasado dos días desde que los pobladores denunciaron la contaminación.
Tanto el agente municipal como el comisariado ejidal de la comunidad Nuevo Faisán acusan que desde hace 20 años se vierten los desechos que va generando la juguera Citrofrut, los cuales son llevados al rancho Aceitera, que se ubica en ese lugar y que es propiedad de la familia Zambrano.
“Cada cierto tiempo la juguera tira sus desechos al arroyo y prácticamente matan los peces, camarones y la flora, es mucha la contaminación que vierten al arroyo en Nuevo Faisán”, dijo Ciro Guzmán, el comisariado ejidal.
La noche del miércoles 1 de marzo, la población comenzó a percibir olores fétidos y el caudal se cubrió de aguas negras y miles de peces y crustáceos comenzaron a flotar. Otros peces comenzaron a moverse en círculos, como remolinos. La teoría de los pobladores es que se quedan ciegos antes de morir y por eso nadan así.
Los pobladores señalaron que esas aguas vertidas provienen de las ollas de oxidación, que son los desechos que sacan de la juguera, son de naranja, limón y lo que ocupan en el envasado, que es llevado a dichas ollas a las cuales les ponen sustancias para deshacerlos, pero al colmarse no esperan a que terminen de deshacerse totalmente y las arrojan con bombas de agua a cielo abierto; aprovechan la penumbra para encender los desagües.
Oscar Hernández Platas, agente municipal de Nuevo Faisán, recordó que han protestado y denunciado ante esta contaminación, pero cada autoridad ambiental que llega “extrañamente” no encuentra evidencias de los daños, pues llegan de 24 a 48 horas después, cuando la evidencia ya fue jalada por la corriente río abajo.
“Nos creen tontos. El arroyo lleva un caudal y la contaminación que hoy se ve, en 24 horas ya llegó a mar abierto y fue matando especies en su camino; en ese tiempo el veneno de las aguas negras ya se dispersó y así seguimos sin solución”, lamentó.
Y es que antes de llegar al mar, el caudal pasa por al menos 11 comunidades y en todo ese paso mata toda especie acuífera; el agua contaminada se une a través de los mantos freáticos y va a parar a los manantiales que son la fuente de abasto de agua de la población de Puntilla Aldama, en donde los quejosos aseguraron que más de 150 personas presentan padecimientos renales.
Aunque los habitantes han atribuido el alto número de enfermos a dicha contaminación, en todo este tiempo las autoridades sanitarias no han hecho los estudios pertinentes, pese a las evidencias que han presentado.
Los quejosos lamentaron que las denuncias reiteradas en contra de esta empresa sólo se quedan en investigaciones que no concluyen y que aseguraron “son cuento de nunca acabar”.
Lo que también lamentan es que cuando los casos de contaminación del río se hacen públicos, las autoridades ambientales todavía buscan llamarles la atención porque aseguran que “primero lo deben saber ellos y no la prensa”, aseguraron.