A consecuencia de la anunciada Reforma Electoral del Presidente, muy pocas cosas han causado tanto revuelo como lo que atañe al INE. Motivando a miles a marchar en pasadas fechas, encontramos lo que resulta en una curiosa “coincidencia”: las personas que presuntamente defienden al INE desconocen no solo el método en el que actualmente sus consejeros son elegidos, los sueldos que perciben y, sobre todo, su operación. Es por ello que la actual administración, muy a pesar de quienes se ostentan como sus más férreos detractores, encuentra en los hechos una gran coincidencia: la defensa de las instituciones, la constante pelea por la democracia real y al alcance de todas y todos.
Recordemos entonces que nuestro entramado electoral siempre ha partido de la identificación práctica de problemas, lagunas y necesidades que han conllevado a una posterior reforma para subsanarlos. Lo anterior contrasta debido a que, mucho se defiende un Instituto que irónica e históricamente ha resultado “desconfiable”: de acuerdo con el Latinobarómetro, en 2010 sólo 27 por ciento de la población mexicana estuviera satisfecha con nuestra democracia.
A pesar de dichas cifras, se presume que el INE ha avanzado históricamente para tener control sobre elecciones aceptables, conteos electorales relativamente adecuados, así como organización de la oposición y libertad de expresión de medios de información, sin embargo, la reforma no impacta en NADA en las funciones orgánicas que atañen a estos puntos.
En un primer término, es necesario mencionar que el movimiento de transformación del Presidente López, comúnmente se ha querido pintar como un régimen expropiador, sin embargo, haciendo un análisis de los hechos, la presente administración no ha emprendido acciones puntuales que la confirmen como tal: no se trata de una revolución soviética, cubana ni chavista, sino que hasta el momento se ha mantenido como un movimiento organizado y no transgresor.
El punto aquí es que, lo que ha provocado a más de una persona, es el discurso del Presidente en el que se ha puesto primero a los pobres, preponderando mediante políticas reales, los intereses del grupo poblacional más amplio pero el más olvidado.
Tal afirmación queda de manifiesto con la convocatoria que hace el Presidente de la República para este próximo 27 de noviembre cuando encabezará una marcha pacífica y sobre todo, muy representativa: desde hace 30 años él mismo, así como lo ha hecho el pueblo, se ha usado la calle como un espacio para expresar sus descontentos, luchar por sus causas y motivar a los demás.
Este próximo 27 de noviembre y como a inicios de la década pasada -cuando el mismo AMLO convocó a una marcha como medio para mostrar resistencia civil y pacífica con motivo del desafuero- será un honor marchar con Obrador. Si bien en esta ocasión, el motivo de la marcha será la defensa a la Reforma Electoral, así como el 4º. Informe de Gobierno, a quienes marcharon por la supuesta defensa del INE, a quienes se consideran detractores, pero desde la desinformación, les digo: ¡Sonrían! ¡Vamos a la marcha con López Obrador!