(Por Antonio Huizar) – La marcha de colectivos feministas en la ciudad de Chihuahua concluyó con una nutrida participación de miles de mujeres de todas las edades, así como la consumación de actos de vandalismo en Palacio de Gobierno que dejaron una joven herida.
Una mujer joven que formaba parte de los contingentes encapuchados resultó con lesiones al intentar romper una ventana del Palacio.
Fue auxiliada por sus compañeras, quienes formaron un escudo humano y la cargaron hasta la ambulancia frente al edificio Héroes de Reforma a unos metros del lugar del accidente.
De forma preliminar, fue la única afectación humana, toda vez que las demás incidencias fueron contra inmobiliario urbano, banquetas y edificios, siendo el Palacio de Gobierno el más afectado.
Con pancartas entre un mar de verde y morado, mujeres, niñas y adolescentes de todas las edades comenzaron su movilización alrededor de las 16:30 horas desde la Glorieta División del Norte de la ciudad capital de Chihuahua.
De forma sumamente organizada, avanzaron por la avenida Universidad entonando lemas feministas, contra la violencia de género y a favor de los derechos reproductivos. Denunciaron a agresores, condenaron el acoso y exigieron justicia.
Una de las lonas al frente de la marcha pedía “verdad y justicia para las insurgentas chihuahuenses de la Liga Comunista 23 de Septiembre“, extinto grupo guerrillero víctimas de la Guerra Sucia. Otras pancartas denunciaban violadores y acosadores. Otras más conmemoraban víctimas. Un sinnúmero exigía justicia.
“Nos quieren como musas porque nos temen como artistas“, decía la cartulina de una adolescente. “Ha llegado el fin del patriarcado”, enunciaba otra. “Lo que no tuve para mí que sea para ellas”, escribió una madre en su cartulina. Así avanzaron por la rúa principal.
La movilización la acompañaron agentes de Vialidad quienes cerraron el tráfico y guiaron el flujo vehicular y peatonal. Fueron la única autoridad que hizo presencia, además de una ambulancia en Plaza del Ángel.
Empleados de aproximadamente tres negocios que son habitualmente graffiteados en estas marchas esperaban a la marcha afuera de sus locales, ofreciendo botellas de agua a las manifestantes. El apoyo de las empleadas se mostraba a la vez genuino – recibían la marcha con jocosas sonrisas y curiosa expectativa – pero sin duda también fue una táctica de los empleadores para evitar pintas en las fachadas de sus negocios.
Como ocurre habitualmente, contingentes de mujeres encapuchadas realizaron pintas a las banquetas y edificios de la avenida Universidad. Al igual que en ocasiones anteriores, las estaciones de transporte público Bowi y la zona alrededor del IMSS fueron las áreas más afectadas, así como Palacio de Gobierno.
Al arribar a las afueras de la sede de Gobierno del Estado, docenas de mujeres asaltaron el edificio y comenzaron a graffitear lemas feministas y a romper ventanas.
Gritos de “¡Fuimos todas!” inundaron la Plaza del Ángel y sus alrededores, a modo de asumir una responsabilidad colectiva y de sororidad por los desmanes al edificio.
Quienes pintaron graffiti fueron pocas; quienes rompieron ventanas fueron menos aún. Pero la mayoría no participó así. La minoría encapuchada fue conducto para desahogar la rabia justificada de la mayoría. A través de ellas hicieron manifiesto su repudio a la injusticia, el dolor y la violencia que viven las mujeres todos los días.
Porras entusiastas surgían de las mujeres espectadoras, cada vez que quebraban un vidrio. Al cubrir la pared exterior de pintas, las contingentes encapuchadas se desplegaron al otro lado del Palacio, sobre la calle Aldama.
Mujeres integrantes de la marcha y transeúntes curiosos las siguieron frente a la simbólica Cruz de Clavos y la placa de Marisela Escobedo, donde por la mañana activistas habían colocado ofrendas.
“¡Por Marisela! Por Marisela!” clamaban cientos mientras estrellaban los vidrios y tronaban las ventanas.
Golpearon la puerta principal del Palacio pero tras varios intentos, no lograron ingresar, por lo que solamente pintaron la puerta de verde y le dejaron un mensaje a la Gobernadora Maru Campos Galván.
Las personas comenzaron a retirarse para confluir en la Plaza del Ángel, donde ya otro contingente había tomado el monumento y comenzaba a dirigirse a las mujeres reunidas.
Ya algunas jóvenes se tomaban selfies frente las pintas en Palacio, algunas madres de familia sostenían a sus infantes con expresiones algo cansadas. Un adulto mayor, hombre, fuera de lugar, miraba con gravedad sus alrededores.
El ánimo era electrizante, pero ya no a las mismas alturas como la llegada de la marcha al Palacio de Gobierno. Entre sonrisas y sororidad, las mujeres se apropiaron del lugar, ocupando las calles y en colectivo, haciendo sentir su presencia y su voz.
Continuaban las consignas esporádicas y desde el Ángel se preparaban para dar unas últimas palabras. Nunca llegó el silencio. Más que guardar un minuto de silencio por las víctimas de violencia, todas alzaron la voz la tarde del 8 de marzo, desde Chihuahua capital, para conmemorar a las madres, hijas, hermanas y compañeras, y para celebrar la justa causa que todas ellas lideran.