Con decenas de miles de soldados rusos posicionados cerca de Ucrania, el Kremlin ha tenido a Estados Unidos y a sus aliados tratando de adivinar cuáles serán sus próximos movimientos en la peor crisis de seguridad entre Moscú y Occidente desde el final de la Guerra Fría.
Ante los temores de un inminente ataque a Ucrania, Rusia ha redoblado la apuesta con el anuncio de más maniobras militares en la región. Además, se ha negado a descartar la posibilidad de despliegues militares en el Caribe, y su presidente, Vladimir Putin, ha tendido la mano a los líderes contrarios a Occidente.
Esta exhibición de músculo militar refleja un osado intento del Kremlin para frenar la expansión de la OTAN tras la Guerra Fría. En sus conversaciones con Estados Unidos, Rusia demanda garantías legalmente vinculantes de que la alianza no incorporará a Ucrania y a otras antiguas repúblicas soviéticas, ni colocará sus armas allí. Además, quiere que retire sus fuerzas de las naciones del centro y el este de Europa que se unieron desde la década de 1990.
Putin ha descrito el ingreso de Ucrania y de las demás naciones a la OTAN, así como el despliegue de armas de la alianza en esos territorios, como una línea roja para Moscú, advirtiendo que ordenará “medidas técnico-militares” no especificadas si no cumplen sus exigencias.
El dirigente señaló las maniobras de la OTAN con el ejército ucraniano, las visitas cada vez más frecuentes de barcos de guerra de la alianza en el Mar Negro y el vuelo de bombarderos estadounidenses cerca de la península de Crimea para enfatizar la urgencia de las demandas de seguridad rusas. Putin alegó que, con la creación de centros de formación en Ucrania, las potencias occidentales pueden establecer un bastión militar allí aunque Kiev no entre a formar parte del bloque.
“No tenemos a dónde retirarnos», dijo Putin. “Han llegado al punto en el que simplemente tenemos que decirles ‘¡Alto!’».
Rusia, que se anexionó la península ucraniana de Crimea en 2014, ha negado que tenga intención de atacar a su vecino. El año pasado, sin embargo, Putin lanzó una dura advertencia: cualquier intento de Kiev para retomar el control del territorio oriental en manos de separatistas respaldados por Moscú tendría “graves consecuencias para el Estado ucraniano”.
Aunque Kiev niega estar preparando una ofensiva de ese tipo, funcionarios de inteligencia estadounidenses concluyeron que Moscú ya había desplegado operativos para perpetrar actos de sabotaje en el este rebelde y atribuírselos a Ucrania en una “operación falsa” para crear un pretexto ante una posible incursión. Rusia ha calificado la acusación de “total desinformación”.
Putin ha afirmado repetidas veces que rusos y ucranianos son “un solo pueblo” y dice que grandes partes del país vecino son partes históricas de Rusia, concedidas arbitrariamente a Ucrania por el liderazgo comunista durante la época soviética.
Más de 14 mil personas han fallecido en casi ocho años de combates en el corazón industrial de Ucrania, llamado Donbas, donde la insurgencia respaldada por Moscú estalló poco después de la anexión de Crimea. Un acuerdo de paz de 2015, auspiciado por Francia y Alemania, ayudó a frenar las grandes batallas, pero el pacto político se ha estancado y las frecuentes escaramuzas han continuado a lo largo de la tensa línea de contacto.