Europa se ha convertido otra vez en el epicentro de la pandemia, llevando a algunos gobiernos a considerar la posibilidad de volver a imponer impopulares confinamientos en el periodo previo a la Navidad y suscitando el debate sobre si las vacunas por sí solas son suficientes para controlar el covid.
Europa representa más de la mitad de las infecciones promedio de 7 días a nivel mundial y alrededor de la mitad de las últimas muertes, según un recuento de Reuters. Se trata de los niveles más altos desde abril del año pasado, cuando el virus arrasó Italia por primera vez.
Los gobiernos y las empresas están preocupados de que la pandemia prolongada descarrile una frágil recuperación económica. Países como los Países Bajos, Alemania, Austria y la República Checa están tomando o planificando medidas para frenar el avance.
El primer ministro interino neerlandés, Mark Rutte, anunció un confinamiento parcial de tres semanas desde el sábado, el primero de Europa occidental desde el verano.
El virus está en todas partes y debe combatirse en todas partes”, dijo Rutte en un discurso el viernes por la noche.
Las nuevas preocupaciones sobre lo que el primer ministro británico Boris Johnson describió el viernes como “nubes de tormenta” sobre Europa se producen en un momento en que las exitosas campañas de vacunación se han estancado antes de los meses del invierno boreal y la temporada de gripe.
Cerca del 65% de la población del Espacio Económico Europeo (EEE), que incluye la Unión Europea, Islandia, Liechtenstein y Noruega, ha recibido dos dosis, según datos de la UE, pero el ritmo se ha ralentizado en los últimos meses.
La aceptación en los países del sur de Europa es cercana al 80%, pero las dudas han obstaculizado el despliegue en Europa central y oriental y Rusia, lo que ha provocado brotes que podrían colapsar la atención médica.
Alemania, Francia y Países Bajos también están experimentando un aumento en las infecciones, lo que demuestra el desafío incluso para los gobiernos con altas tasas de aceptación, al tiempo que frustra las esperanzas de que las vacunas signifiquen un regreso casi a la normalidad.
Sin duda, las hospitalizaciones y muertes son mucho más bajas que hace un año y las grandes variaciones por país en el uso de vacunas y refuerzos, así como las medidas de distanciamiento social, dificultan sacar conclusiones para toda la región.