23 noviembre, 2024

Juzgan a un ex guardia de un campo de concentración de 100 años, el acusado nazi más longevo

Josef Schütz está acusado de “complicidad” en los asesinatos de 3.518 prisioneros del campo de Sachsenhausen.

El proceso contra un ex guardia de un campo de concentración de 100 años, el acusado de crímenes nazis de mayor edad en ser juzgado en el país, comenzó este jueves en Alemania. Josef Schütz, ex cabo principal de la división “Totenkopf” (Calavera) de las Waffen-SS, es jugado por “complicidad en los asesinatos” de 3.518 prisioneros mientras operaba en el campo de concentración de Sachsenhausen, no lejos de Berlín, entre 1942 y 1945 .

La audiencia comenzó el jueves a media mañana en Brandeburgo,, en el este de Alemania, en presencia del acusado, que se desplaza con la ayuda de un andador y comparece voluntariamente. El imputado tenía 21 años al inicio de los hechos. En particular, es sospechoso de haber disparado contra prisioneros soviéticos y de “ser cómplice de asesinatos con gas” del tipo Zyklon B.

Entre su apertura en 1936 y su liberación por los soviéticos el 22 de abril de 1945, por el campo de Sachsenhausen pasaron unos 200.000 prisioneros, principalmente opositores políticos, judíos y homosexuales. Varias decenas de miles de ellos murieron, principalmente por agotamiento debido al trabajo forzoso y las crueles condiciones de detención.

Christoffel Heijer, de 84 años, asiste al juicio: su padre se unió a la resistencia en los Países Bajos y fue detenido en 1941 por la Gestapo en Metz, antes de ser fusilado en mayo de 1942 en el campo de Sachsenhausen. “Mi madre recibió una carta suya el 3 de mayo de 1942, antes de que le dispararan. Cuando se enteró unos días después de que estaba muerto, lloró mucho y de repente el pelo se le llenó de canas”, recuerda.

Este juicio tiene lugar una semana después del proceso, que tuvo que ser abortado, contra Irmgard Furchner, de 96 años, ex secretaria de otro campo de concentración nazi. La lectura de la acusación tuvo que posponerse hasta el 19 de octubre debido a que la nonagenaria se había dado a la fuga cuando debía de celebrarse el juicio.

Durante diez años, Alemania ha juzgado y condenado a cuatro ex guardias de las SS y a otros ejecutores de la maquinaria nazi por complicidad en asesinatos, una justicia que, de acuerdo a las víctimas, llega tarde.

Así, Josef S. “no está acusado de haber disparado a alguien en concreto, sino de haber contribuido a estos hechos a través de su labor como guardia y de haber tenido conocimiento de que tales asesinatos se estaban produciendo en los campamentos”, explica el portavoz de la fiscalía de Neuruppin, Iris le Claire.

Teóricamente, podría enfrentarse a una condena de al menos 3 años de prisión, pero su sentencia será sin duda simbólica dada su elevada edad. En agosto, un médico lo había declarado apto para comparecer, con la condición de que las 22 audiencias programadas hasta principios de enero se limitaran a un máximo de dos horas.

El juicio se lleva a cabo excepcionalmente en un gimnasio, ubicado cerca de la casa del imputado, con el fin de ahorrarle largos viajes. “En gran parte goza de buena salud y no muestra signos de demencia incipiente. Se puede decir que está muy sano mental y espiritualmente”, dijo a la AFP Thomas Walther, abogado de 11 de las 16 partes civiles de este juicio, incluidos siete supervivientes. Se conocen pocos elementos de su vida: tras su regreso del cautiverio en 1947, habría llevado una existencia discreta como cerrajero en el Land de Brandeburgo, cercano a Berlín, según el diario Bild. “Hasta ahora, el imputado ha guardado silencio”, advierte a la AFP Stefan Waterkamp, su abogado, que no especifica si pedirá o no ser absuelto.

“Espero que diga “Hice algo estúpido, estoy avergonzado” pero sobre todo espero que sea condenado a una sentencia suspendida”, dijo Antoine Grumbach, de 79 años, defendido por Walther. Este francés asiste a la apertura del juicio en memoria de su padre, comprometido en la resistencia gaullista y asesinado en marzo de 1944 en Sachsenhausen. “La función principal de este juicio es la memoria”, explica Guillaume Mouralis, director de investigación del CNRS y miembro del Centro Marc Bloch en Berlín. En julio de 2020, un tribunal impuso una sentencia de prisión condicional de dos años a un ex guardia del campo de Stutthof, Bruno Dey, de 93 años. Varios fiscales alemanes examinan actualmente otros ocho expedientes de ex SS.

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