Hace unos días fui con unos amigos a comer; después de disfrutar los deliciosos platillos del restaurante, llegó la cuenta y pues ya andaba pidiendo de antemano dos policías. Me llamó la atención lo poco valoradas que son las medias de seguridad con las cuales hoy están dotadas las tarjetas tanto de crédito como de débito.
Ya damos por sentados, en especial los más jóvenes, de sacar el plástico, introducirlo y teclear el NIP o simplemente acercar la tarjeta para que la terminal punto de venta (TPV´s) la reconozca y pase, todavía más, algunos ya pueden pagar desde sus celulares o relojes inteligentes. Sin embargo, todo ello no comenzó ahí.
Ni modo, pero con lo siguiente podrán imaginarse o al menos calcular mi edad; yo recuerdo cuando iba con mi papá a alguna tienda, restaurante, comercio, etcétera, y sacaba su poderosa tarjeta del Centurión – para no hacer comerciales – y que, por cierto, eran pocas en México, el establecimiento sacaba un librito para ver si era correcta la numeración para después colocar el plástico en la troqueladora y encima el voucher que debía ser planchado, de ahí el término en reservaciones de planchar la tarjeta.
Esto obviamente comenzó a generar problemas de seguridad, en especial -cual hipódromo que se “jineteaban” la lana-, porque la institución financiera debía conciliar los pagos con los vouchers y podían tardarse semanas, ahí te encargo cuando ibas al extranjero, que podrían ser meses.
Otros recordarán que a esos libritos donde venían las numeraciones les incorporaron un teléfono para pedir la autorización, lo que tardaba siglos en que sucediera, después de ello, cuando todo estaba bien, sacaban de nueva cuenta la troqueladora, ya más pequeña para que firmaras el voucher y como dato curioso, debías guardarlos por cualquier cosa, era para protección de ambas partes.
Al ver estas demoras y porque muchas veces no encontraban a los operadores bancarios, decidieron colocar las bandas de seguridad para incorporar las primeras TPV´s electrónicas, donde ya se conectaba directo con los sistemas y salían las aprobaciones para, nuevamente, pedir que firmaras el comprobante.
Para nuestra sorpresa, los malandros vieron la forma de robar la información contenida en la banda y se dieron fraudes, muchas de las instituciones incorporamos medidas de seguridad como el aprendizaje de los hábitos de consumo de nuestros clientes para detectar de inmediato movimientos sospechosos, alertar al usuario y mitigar estos delitos.
Por ello, estoy seguro, recordarán, se introdujo el famoso chip, donde además de pedir que se firmara el plástico, debías introducir un NIP, el cual solo el usuario conoce y que, es bueno decirlo, es responsabilidad de cada uno custodiar.
Esta tecnología sigue vigente a nuestros días, pero se sumaron otras medidas de seguridad como los teclados aleatorios de las TPV´s, alertas instantáneas, entre otras, que incluso, ya no es necesario firmar los plásticos, pero sí cuando haces una compra por contactless – perdonando el anglicismo – o tecnología sin contacto, donde en operaciones mayores de 400 pesos debes firmar.