Encaramada en la cima de una colina a pocos pasos de la frontera con Israel, la pequeña aldea de Ramyah, en el sur del Líbano, fue casi borrada del mapa.
Los aviones de guerra y las fuerzas terrestres israelíes dejaron un rastro de destrucción en el sur del Líbano el mes pasado, el objetivo, aseguró Israel, es debilitar al grupo extremista Hezbollah, alejarlo de la frontera y poner fin a más de un año de fuego del partido-milicia en el norte de Israel.
Incluso las fuerzas de paz de la Organización de las Naciones Unidas y las tropas libanesas en el sur reciben ataques de las tropas israelíes, lo que plantea dudas sobre si pueden permanecer en el lugar.
El ejército israelí indicó que el bombardeo es necesario para destruir los túneles de Hezbollah y otras infraestructuras que, afirmó, el grupo se encuentra en las ciudades, pero las explosiones también arrasaron con casas, vecindarios y, a veces, aldeas enteras.
Israel dice que su objetivo es hacer retroceder a Hezbollah lo suficiente para que sus ciudadanos puedan regresar con seguridad a sus hogares en el norte, pero los funcionarios israelíes reconocen que no tienen un plan concreto para garantizar que Hezbollah se mantenga fuera de la frontera a largo plazo. Ese es un objetivo clave en los intentos de Estados Unidos de negociar un alto al fuego.