Hace 35 años, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) nació como una esperanza para los candidatos de izquierda en México, prometiendo ser una verdadera alternativa progresista. Sin embargo, hoy está a punto de perder su registro tras una controvertida alianza con los partidos de derecha, el PAN y el PRI, en una jugada que muchos consideran una traición a sus principios fundamentales ya su legado.
La historia reciente del PRD está marcada por su giro hacia la derecha, una estrategia que algunos justifican como necesaria para la supervivencia electoral, pero que ha sido vista por muchos como una claudicación de sus ideales. Esta alianza desesperada no solo representa un abandono de su identidad original, sino también una traición a figuras clave en su historia, como el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien fue uno de los pilares del partido y ahora lidera el Movimiento de Regeneración Nacional (morena
El fracaso del PRD en las elecciones del 2 de junio es una clara señal de su decadencia. Ni siquiera figuras destacadas como el exgobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, lograron obtener una diputación federal en Zitácuaro, su propio bastión. Jesús Zambrano, el dirigente nacional del partido, tampoco tiene asegurado un escaño en el Senado, a pesar de ser plurinominal, debido a los bajos niveles de votación que obtuvo el PRD, muy por debajo del 3% mínimo requerido para asegurar escaños.
Con el 94% de las actas computadas, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) muestra que el PRD obtuvo solo el 2.3% de la votación en el Senado, es decir, un millón 295 mil 305 votos. Esta cifra es inferior incluso a los votos nulos, que suman 2 millones 167 mil 837. Si no logra al menos el 3% de los votos, el PRD perderá su registro nacional, una culminación irónica y trágica para un partido que una vez representó la esperanza de la izquierda en México.