Caminé por quinta vez las calles de Macondo; cuatro fueron en mi cabeza, en mi propia imaginación y representación de ese pueblo que fundó José Arcadio Buendía y Ursula Iguarán con un puñado de gente, gracias a la magnífica pluma de Gabriel García Márquez. Esta vez fue en la vida real, en Colombia, en el set de la serie Cien años de soledad que produjo Netflix.
Mercedes Barcha, esposa de Gabo, tuvo que vender hasta los electrodomésticos de su casa para enviar la mitad de los manuscritos de Cien años de soledad porque no alcanzaba el dinero para mandarla completa. “Lo único que falta es que la novela no sea buena”, contó muchas veces Gabo que le dijo Mercedes.
Como Mercedes, Úrsula Iguarán tuvo que mantener la economía familiar de los Buendía y creó una productiva empresa de animalitos de caramelo, mientras José Arcadio se empeñó en cumplir diferentes sueños a lo largo de su vida.
Netflix también se empeñó en llevar a la pantalla esta historia que ha sido traducida a más de 250 idiomas y vendido más de 50 millones de libros desde aquel 5 de junio de 1967 que salió a la venta en Buenos Aires, Argentina, bajo el sello editorial de Sudamericana.