En un episodio de ataques militares, un bombardeo ruso contra la localidad de Pokrovsk y sus alrededores en el este de Ucrania ha dejado al menos once muertos, incluyendo cinco niños, este sábado.
La región ha sido testigo de un aumento significativo de bombardeos desde finales de diciembre, indicando un recrudecimiento en el conflicto que persiste desde hace dos años, con el frente prácticamente inalterado.
El gobernador de la región de Donetsk, Vadim Filashkin, informó en Telegram que los rusos llevaron a cabo el ataque utilizando misiles S-300, resultando en la trágica pérdida de once vidas y dejando a otras ocho personas heridas.
El impacto principal se registró en Pokrovsk y Rivné, en la aglomeración de Myrnohrad. Seis casas en Pokrovsk y una en Rivné, donde vivía una familia de seis personas, resultaron dañadas.
Los servicios de emergencia advirtieron que seis personas, incluyendo dos niños, podrían encontrarse bajo los escombros de los edificios afectados.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, denunció el ataque, afirmando que los rusos atacaron “edificios residenciales corrientes, casas privadas”. Aseguró que ningún ataque ruso “quedará sin consecuencias”.
Además del ataque en Pokrovsk, otras áreas de Ucrania también sufrieron bombardeos. En la región de Jersón, en el sur, un adulto y dos niños resultaron heridos.
En Toretsk, cerca de Bajmut, una persona perdió la vida, y en Nikopol, en el sur, otra persona falleció mientras dos resultaron heridas, según las autoridades regionales respectivas.
La situación refleja la urgente necesidad de encontrar soluciones para poner fin a la violencia y buscar la estabilidad en la región.
En Belgorod, ante la amenaza de posibles bombardeos ucranianos, las autoridades tomaron medidas excepcionales al cancelar la celebración nocturna de la Navidad ortodoxa. Además, se prolongaron las vacaciones escolares hasta el 19 de enero, y se sugirió la evacuación de los 300,000 habitantes de esta ciudad rusa.
Estas decisiones, sin precedentes para una ciudad de tal magnitud, contrastan con la imagen que el Kremlin intenta proyectar de que el conflicto no afecta directamente la vida cotidiana y la seguridad de los rusos.
La ira de las mujeres también se hace sentir en Rusia, ya que el sábado protestaron frente al Kremlin exigiendo el regreso de sus esposos, reservistas movilizados por Putin en septiembre de 2022. Este tema delicado para las autoridades se presenta como una incipiente rebelión que, hasta el momento, no ha sido reprimida.
Paulina, madre de un niño de un año, expresó a la AFP: “Tengo la impresión de que los estamos molestando. Pero nadie callará. Saldremos todos los días, todos los sábados, depositaremos flores” para destacar su situación.
Agregó que quiere “volver a ver a su marido, al padre de su hijo”. Las protestas de las mujeres, que buscan el retorno de sus seres queridos, representan un desafío para las autoridades y podrían convertirse en un punto de tensión adicional en medio del conflicto en curso.