Mientras escribo notas para esta columna el 3 de octubre, dialogo con un niño que limpia vidrios a los autos en un crucero de la ciudad de Chihuahua. Según su dicho, está inscrito en tercer grado de primaria y en su escuela le dijeron que no habría clases. No puedo opinar sobre su dicho. El hecho es que en ese crucero había un niño en edad escolar que ese día no fue a clases.
Niños, niñas y adolescentes del estado de Chihuahua llevan ya 4 semanas sin los libros de texto gratuitos elaborados por miles de docentes, asesores técnico-pedagógicos y especialistas; avalados por la CONALITEG y la UNESCO, en un proceso participativo como no se había dado nunca.
La gobernadora opina que los libros son basura y sus apoyadores en redes dicen que fueron elaborados por degenerados y pervertidos, por lo que el gobierno del estado secuestró los libros e impide que se distribuyan en las escuelas.
La sociedad explotó en manifestaciones en la defensa más legítima del derecho de niños, niñas y adolescentes a favor de que los niños tengan la educación con los libros de texto; se manifestó en plantones, carteles, marchas, consignas, foros, consejos técnicos escolares, reuniones de padres, etc. para exigir la liberación de los libros.
Esas expresiones evidencian una participación ciudadana ejemplar, una conciencia comunitaria por los derechos de la infancia que no admiten ser tutelados. Los derechos son de ellos, no son concesiones y no se pide permiso para ser reclamados.
Posterior a esta expresión ciudadana que representa a todos, aparecen grupos y organizaciones oportunistas que pretenden adjudicarse la exclusividad del mérito y desacreditan a los otros grupos, como si divididos fueran más fuertes.
Cada grupo tiene años de experiencia en no coincidir y mucha creatividad para colgarse medallas que no les pertenecen en exclusiva.
Esta lucha por los libros es tan justa, clara y legítima como la que movía a los jóvenes y ciudadanos el 2 de octubre de 1968.
Mientras se conserve la unidad por el derecho de niños, niñas y adolescentes, seguramente los libros serán entregados.
La gobernadora y el ministro que concedió el secuestro de los libros esperan que haya división.
Por el bien de los niños, niñas y adolescentes que están perdiendo motivos para asistir a la escuela, que la liberación de los libros de texto no se olvide.