La ciudad fronteriza estadounidense de El Paso abrió un albergue municipal y está poniendo a punto otros dos para dar cobijo a hasta 4 mil 500 personas migrantes en previsión de que los refugiados centroamericanos y suramericanos desborden la frontera tras el vencimiento del Título 42, la norma que permite las expulsiones “en caliente” por motivos de salud pública.
265 catres de la Cruz Roja esperan en hileras en la cancha de baloncesto cubierta de la escuela secundaria Basset, que lleva tres años cerrada y que ya está lista para albergar hasta a 500 recién llegados que tengan los papeles en regla, es decir, que se hayan entregado a la Patrulla Fronteriza y superado sus pruebas de salud.
“Nos estamos preparamos para lo desconocido”, aseguró el alcalde de El Paso, Oscar Leeser, que quiso llamar la atención sobre el hecho de que esta semana entró “mucha menos gente que la semana pasada”.
A grandes rasgos, la Alcaldía calcula que tras el vencimiento, a las 21:59 hora local de hoy (+6 GMT), del Título 42 que permitía la expulsión exprés de los migrantes, tengan que atender a entre 5 mil y 10 mil refugiados.
Aunque Leeser insistió: “Hemos visto que las cifras bajan, pero no sabemos qué pasará el próximo día. No sabemos qué pasará en los próximos 10 días. Lo que sabemos es que seguirán viniendo y seguiremos asegurándonos de que ayudamos”.
Los tres centros, que se unen a los albergues ya existentes en la ciudad, estarán gestionados por la Cruz Roja estadounidense y recibirán a las personas entre 24 y 72 horas.
Durante este tiempo, además de ofrecerles cama y comida, las autoridades les darán apoyo para ponerlos en contacto con sus familiares, conocidos o personas que se hagan cargo de ellas y les ofrecerán transporte hasta estaciones de autobuses y al aeropuerto, siempre que los migrantes hayan comprado, por su cuenta, los billetes.
A diferencia de la práctica seguida por el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, que costea los billetes de los refugiados a ciudades gobernadas por el Partido Demócrata, sobre todo a Washington capital, Nueva York y Chicago, las autoridades de El Paso insisten en que el billete se lo debe costear la persona migrante.
Los albergues, contarán con vigilancia las 24 horas del día, tendrán salas separadas, por un lado, para familias y madres con niños y, por otro lado, para solteros y solteras.
Tras el levantamiento del Título 42 seguirá vigente el Título 8, la norma que históricamente ha regido en Estados Unidos el proceso de migración, pero, además, las autoridades han anunciado nuevas medidas para tratar de desalentar a los refugiados que huyen de la pobreza, la corrupción y la violencia de sus países que se dirijan a Estados Unidos.
Sin embargo, su fin ha desatado confusión entre los migrantes que buscan asilo, ante las informaciones contradictorias y los rumores amplificados por algunas voces del Partido Republicano, que aseguran que sin el Título 42 la frontera se queda desprotegida.
Algo que Leesar ha repetido en numerosas ocasiones, al igual que otros muchos políticos del gobierno demócrata, y ha subrayado que la frontera estaba cerrada ayer, está cerrada hoy y permanecerá cerrada mañana para quienes traten de cruzarla irregularmente.
El miércoles, el gobierno estadounidense promulgó una nueva norma que restringe el acceso a la solicitud de asilo en la frontera con México.
La norma califica como “no aptos” para solicitar asilo a los migrantes que crucen de manera irregular la frontera y que no hayan pedido protección en un tercer país durante su travesía hacia EU.
Sobre una de las puertas de los vestuarios del colegio abandonado que hará las veces de albergue todavía se conserva un letrero que podrán leer los refugiados que lleguen al albergue: “Siéntete orgulloso de ti mismo, porque si no, nadie lo estará”.