Gobierno del Estado y del municipio de Chihuahua construyen un cuento exculpatorio sobre la marcha del 8M y difunden sus notas a través la prensa, radio, televisión y redes que cobran por decir o callar como si fueran sus agencias de comunicación social.
Gobierno estatal y municipal hicieron un cuento para liberarse de la responsabilidad que sobre el maltrato a edificios privados y públicos, como estaciones del transporte colectivo, presidencia municipal, congreso, catedral, rectoría y palacio de gobierno.
El cuento original: Que hubo infiltrados traídos por Morena desde otros estados… una fábula barata mal hecha de poca imaginación.
Segunda versión del cuento: Que los gorilas que aventaron gases y ofensas desde las ventanas VIP de palacio de gobierno ni son panistas, ni empleados, ni conocidos siquiera de la gobernadora y su equipo.
Tercer intento: Cuando no se pudo sostener la versión de infiltrados vándalos que atraviesan las paredes como si fueran fantasmas para llegar hasta los espacios más cuidados de palacio de gobierno, pasaron a una explicación que los mete en más problemas: reconocen que sí son empleados de gobierno, pero que “tuvieron” que emplear esas tácticas para dispersar a la gente e impedir daños al edificio.
Al final les salió el chirrión por el palito, así se die cuando todo se revierten y las cosas salen en sentido contrario. Al fin dijeron lo que piensan desde el principio: que las mujeres no tienen derecho a manifestarse.
Los ecos del cuento: organizaciones empresariales de hombres y mujeres defensoras de Eugenia Campos y Marco Bonilla repiten el final: “respetamos” a las mujeres, pero así no. Y les dan clases de cómo manifestarse.
Por el bien de la verdad, que se presenten pruebas de lo dicho, porque a nadie nos gusta vivir en este tipo de cuentos.