En Turquía hay alarma por algunos “extraños” cráteres redondos que están apareciendo en medio del campo, mismos que tienen varios metros de profundidad. La alerta existe en Konya, una provincia en donde la agricultura de regadío ha disparado un fenómeno geológico que se está convirtiendo en un gran peligro.
Las dolinas son un fenómeno geológico, perfectamente circulares y de paredes verticales, mismos que dan la impresión de que la tierra se ha tragado lo que hubo en la superficie.
Las dolinas, normalmente con un diámetro de entre 10 y 30 metros, así como una profundidad que puede alcanzar hasta 30 o 40 metros, suelen aparecer de un día para otro en los cultivos de la extensa llanura de Konya, en Turquía.
Las demás dolinas de la zona están protegidas con algún resto de alambrado y son prácticamente invisibles en medio del campo hasta que las personas se acercan a pocos metros del borde.
Este fenómeno geológico se debe a que el terreno está formado por roca calcárea con sedimentos que albergan capas freáticas y que pueden derrumbarse si se crea un hueco, arrastrando la tierra hacia abajo.
Existen dolinas de muchos miles de años de antigüedad y cientos de metros de diámetro, como la de Meyil, que conserva un lago en el fondo y es un conocido destino turístico.
Las sequías de las últimas décadas, que han hecho bajar el nivel de agua subterránea, han facilitado la formación de estos cráteres, con 14 nuevas dolinas contabilizadas sólo en la primera década de este siglo.
La intensa agricultura de regadío, que se expande en la llanura fértil de Konya desde los años 1990, ha acelerado dicho fenómeno. Aproximadamente, de los más de 100 mil pozos perforados en la llanura de Konya, 70% son ilegales y sirven para el regadío de plantas con alta necesidad de agua, según un estudio de la Universidad de Ankara.