La cuádruple campeona mundial maniató a los de Luis Enrique, que no pudieron mantener la ventaja lograda con el gol de Morata, en un partido de altísimo nivel táctico y físico.
Una buena versión de una Alemania en horas bajas consiguió dejar a España, la sensación del torneo tras la goleada del primer día, en la mitad de lo que es, o mejor escrito, de lo que puede llegar a ser.
En un duelo de altísimo nivel táctico y mental, la cuádruple campeona del mundo embridó a la selección durante una hora, aguantó a pie quieto en los peores momentos para ella, cuando marcó Morata, y terminó empatando a base de empuje, en un resultado que le sirve para mantener la esperanza de una clasificación que vio perdida en muchos momentos.
No es demasiado dañino el empate para España, con todas las papeletas para meterse en octavos después de una noche en la que comprendió, si es que no lo sabía, que en un Mundial todo cuesta el doble. Y, cuando te conviertes en la gran ‘vedette’ del torneo, todavía más.
A cambio, no es exagerado decir que este equipo está preparado para competir con cualquiera, incluso no estando en su versión más afinada.