Perder el autobús es algo que, además de molestar, genera mucha frustración y enfado con uno mismo. Más cuando se consigue alcanzarlo, pero el conductor decide no abrir la puerta porque ‘ya es tarde’. Pérdida de tiempo, esfuerzo en esa carrerita insufrible por llegar y más frustración al tocar el cielo con las manos y ver que finalmente se escapa.
Es lo que debió pensar un joven en Barcelona, que decidió mostrar su rechazo de la manera más visible posible: sentándose en mitad de la calzada para impedir el paso del autobús que acababa de perder. Ocurrió en el barrio de la Sagrada Familia.
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