Los chihuahuenses vivimos en un marco de interculturalidad, un mosaico de naciones ricas en cultura viva: la nación dominante es la mestiza, pero hay pueblos originarios de estas tierras como los rarámuris, pimas y guarijíos; además conviven aquí otros inmigrados de muchas partes del país (mixtecos, nahuas y últimamente se ven muchos chiapanecos); hay aquí una gran cantidad de extranjeros. Hay otras comunidades asentadas desde hace tiempo, como los menonitas y mormones; otros, como los chinos, que vienen a abrir sus negocios de comida. Todos integramos el espectro pluricultural que somos.
Muchas expresiones nacionales se han diluido o desaparecido y apenas quedan algunos hábitos, gustos, miedos y sueños como huellas en el comportamiento profundo de sus descendientes, quizá algunas palabras. Otras naciones han aprendido a resistir o a convivir tomando y aportando manifestaciones culturales de otros grupos.
También ha habido situaciones de discriminación e intolerancia, como la muerte de inmigrantes o el salvaje exterminio que se practicó contra los apaches, para quienes se puso precio a su cabellera, fueran hombres o mujeres o niños o ancianos.
Ahora sabemos que la diversidad nos enriquece, que la pluriculturalidad nos potencia, que la integración nos fortalece y que el reconocimiento y el respeto a las culturas fundamenta la democracia y nos universaliza desde nuestra determinación nacional.
Se puede ser incluyente, tolerante o empático con otros grupos: visitarlos, vestir sus prendas, tomarse la foto con ellos, probar su comida, quizá adoptar sus gustos, hábitos y creencias…, pero hay una característica cultural que no se puede fingir: la lengua.
La lengua materna es la característica más profunda de identidad cultural, pertenencia al grupo, reconocimiento de la esencia. Cada lengua integra de un modo especial una visión del mundo, de la cultura, de la sociedad y de nuestra relación con la naturaleza. Lo que se dice, tiene un significado especial desde la lengua en que se pronuncia. Cuando falta una de las voces, falta una perspectiva filosófica del mundo.