El Gobierno de Australia afirmó que el impacto más leve de la cepa ómicron del COVID-19 significaba que el país podía seguir adelante con los planes de reapertura de la economía, pese a que las infecciones diarias alcanzaron un récord de más de 37.000 y el número de personas hospitalizadas aumentó.
El lunes se registraron cifras récord de casos diarios en los estados de Victoria, Queensland, Australia Meridional y Tasmania, así como en el Territorio de la Capital Australiana.
El total diario nacional alcanzó un récord de más de 37.150 casos, superando los 35.327 del sábado, con Australia Occidental y el Territorio del Norte aún por informar.
El ministro federal de Sanidad, Greg Hunt, dijo que el consejo del Gobierno era que la cepa ómicron era más transmisible pero también más leve que otras variantes, lo que reducía el riesgo tanto para los individuos como para el sistema sanitario.
A finales de diciembre, el Gobierno modificó sus recomendaciones sobre cuándo se debe realizar una prueba gratuita de PCR para detectar el COVID-19, y está pidiendo un mayor uso de las pruebas rápidas de antígenos, en parte para aliviar la presión sobre el sistema a la hora de llevar a cabo pruebas.
Sin embargo, las pruebas rápidas de antígenos son escasas, y Morrison dijo que el Gobierno no cubriría el coste para que la gente se haga la prueba, que situó en 15 dólares australianos (10,90 dólares estadounidenses).