19 abril, 2024

Emiratos da la espalda a su contrato militar con EE.UU. por las exigencias sobre China

El país del Golfo renuncia a los caza F-35 estadounidenses debido a las condiciones de Washington para limitar la creciente presencia del gigante asiático.

Los caza F-35 son la joya de la corona del Ejército de EE.UU., un arma poderosa, avanzada, inigualable en el espacio aéreo. También un arma diplomática, con la que la primera potencia mundial unge a sus socios más fiables. Y que le sirve para recompensar o castigar a sus aliados. Entre los últimos, Turquía, que se quedó sin las treinta naves que había acordado con EE.UU. -y un total de 120 a largo plazo- por el contrato que Recep Tayyp Erdogan firmó con Rusia para acceder a sus misiles antiaéreos S400.

Con Emiratos Árabes Unidos (EAU) ocurrió lo primero. El Gobierno de Donald Trump celebró la participación del país del Golfo en los llamados Acuerdos de Abraham – procesos de paz entre Israel y varios países árabes, como EAU, Baréin o Marruecos- con un regalo en forma de contrato militar multimillonario: la compra de cincuenta cazas F-35, y 18 drones armados MQ-9B, una operación de 23.000 millones de dólares.

El contrato se firmó en noviembre del año pasado, en las últimas semanas de Trump como presidente. El acuerdo rubricaba un creciente acercamiento de EE.UU. hacia el país del Golfo, en un momento en el que la relación con su gran aliado de la región, Arabia Saudí, se enturbiaba por los abusos en la guerra de Yemen o la muerte del disidente Jamaal Khashoggi (según la inteligencia de EE.UU., su asesinato a manos de un comando saudí en Estambul fue aprobado por el príncipe heredero, Mohammad bin Salman).

Joe Biden, que llegó a la Casa Blanca pocas semanas después de que el acuerdo estuviera alcanzada, tenía la potestad de suscribirlo o cancelarlo. Pero, de forma sorprendente, el contrato ha quedado en suspenso por decisión de la otra parte contratante, EAU. Y detrás de la debacle está el gran competidor económico, geoestratégico y militar de EE.UU.: China.

A mediados de este mes, las Fuerzas Aéreas de EAU enviaron una misiva al Pentágono en la que retiraban su carta de aceptación del contrato, lo que dejaba en suspenso la compra de los cazas, y los ingresos de 23.000 millones de dólares y congelaba las negociaciones de forma indefinida.

«EAU ha informado a EE.UU. de la suspensión de las negociaciones para la adquisición de los F-35», explicó un alto cargo emiratí a la CNN. «La revaluación se ha debido a exigencias técnicas, restricciones en operaciones soberanas y análisis de coste-beneficio».

Los contratos para la venta y uso de los F-35 está llenos de limitaciones y cortapisas para los países receptores. La compañía que los produce, la estadounidense Lockheed Martin, controla el mantenimiento de las naves y monitores su uso. Los cazas están dentro de una red conectada y controlada desde EE.UU. de forma remota y los contratos de venta tienen condiciones, desde la prohibición de uso para el ataque a aliados de EE.UU. o su despliegue en operaciones de combate que Washington considere que atentan contra los derechos humanos.

A estas restricciones se une algo que las autoridades emiratíes no mencionaban en su decisión: China y su creciente presencia en el país del Golfo. El gigante asiático es el primer socio comercial de EAU, ambos países cooperaron para la vacunación con la vacuna china Sinopharm, y, sobre todo, tiene una creciente presencia tecnológica en el país, algo que enfurece a Washington.

En 2019, EAU firmó un acuerdo de cooperación en tecnología 5G con China y en mayo de este año, alcanzó otro con Huawei, el gigante tecnológico chino que compite en todo el mundo con el despliegue de este tipo de redes y que EE.UU. considera una amenaza directa.

Poco después del anuncio de ese acuerdo con Huawei, la Administración Biden exigió a EAU que desmantelase la presencia de la compañía china en sus redes antes de que los F-35 fueran enviados, algo que espera para 2026 o 2027.

A esto se le añade otro motivo más de roce: las presiones para que EAU cerrara una instalación china dentro del puerto comercial de Khalifa, cerca de Abu Dabi, operado por China. Las autoridades estadounidenses lo consideraban una instalación militar secreta y exigieron que pararan las obras, algo que los emiratíes acabaron por conceder. «EAU tiene la posición de que esas instalaciones en ningún caso pueden considerarse como militares», dijo hace unos días Anwar Gargash, asesor diplomático del país del Golfo, en una conferencia en Washington. «Pero era una preocupación par EE.UU. y decidimos considerar esa preocupación y parar los trabajos en aquellas instalaciones».

Gargash describió la situación en la que el país del Golfo se encuentra, en medio de las tensiones entre China y EE.UU. «Lo que nos preocupa es la línea delgada que separa una competencia fuerte entre los dos países de una nueva Guerra Fría», dijo.

El Pentágono reconoció la multitud de prismas que afectan a la venta de los cazas. «La alianza de EE.UU. con EAU es más estratégica y compleja que cualquier venta de armas», aseguró su portavoz, John Kirby, después de que se conociera la suspensión del contrato. Añadió que estos acuerdos siempre tienen condiciones y que no son exclusivos para el país del Golfo: «Estos requisitos para el comprador y de protección del equipamiento militar de EE.UU. son universales, no negociables y no específicos para EAU».

El contrato todavía podría revivir y esa es la intención de EE.UU. Pero EAU, un aliado de Washington en una región clave, ha tenido que elegir entre la cooperación tecnológica con China y un acuerdo militar con EE.UU. y, de momento, se inclina por lo primero. El problema para EE.UU. es que cada vez más países tomen ese mismo camino.

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