Sin inmutarse por sus problemas de salud, los escándalos sexuales y la edad avanzada, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi está persiguiendo tenazmente una promesa que una vez le hizo a su madre: que algún día llegaría a la presidencia.
El Parlamento elegirá un nuevo jefe de Estado a principios del próximo año y el multimillonario de 85 años es el primero en presentarse a una carrera que podría transformar el panorama político italiano, pero que no tiene candidatos oficiales.
Hay obstáculos sustanciales en su camino, pero Berlusconi se está promocionando con el entusiasmo que lo ayudó a ganar tres elecciones parlamentarias y convertirse en el primer ministro de posguerra de Italia con más años de servicio.
“Lo he visto dos veces en las últimas dos semanas y estaba totalmente entusiasmado”, dijo un legislador del partido Forza Italia de Berlusconi, que pidió no ser identificado.
Sin embargo, el magnate de los medios es una figura muy controvertida. Fue excluido temporalmente de un cargo público después de una condena por fraude fiscal en 2013, y todavía está siendo juzgado por sobornar a testigos en un caso de prostitución de menores vinculado a sus infames fiestas sexuales “Bunga Bunga” de más de una década atrás.
Los analistas creen que a una personalidad tan divisiva le resultará difícil reunir el apoyo necesario para ser presidente.
El consenso entre partidos es especialmente importante en la actualidad, ya que casi todas las agrupaciones principales del país han dejado de lado sus diferencias para unirse a la coalición de unidad nacional de Mario Draghi, creada para ayudar a Italia a superar la crisis del coronavirus.