22 noviembre, 2024

Pegasus: por qué ahora todos podemos ser espías (pero también ser espiados)

Las acusaciones sobre la utilización del programa informático Pegasus para vigilar a periodistas, activistas e incluso a líderes políticos nos muestran que la vigilancia digital está ahora en venta.

Según algunas fuentes, alrededor del mundo más de 600 políticos y funcionarios, 189 periodistas, 64 ejecutivos de negocios y 85 activistas, entre otros, habrían sido víctimas de este espionaje. Unos 50.000 números de teléfono habrían sido filtrados.

La compañía detrás de Pegasus, NSO Group, ha negado las acusaciones, indicando que no pone estas herramientas en manos de cualquiera y que sus clientes son cuidadosamente valorados.

Pero este es otro indicio de que las complejas tecnologías de espionaje, que solían ser exclusivas de algunos estados, ahora están al alcance de más actores, desafiando la forma en la que concebimos la privacidad y la seguridad en un mundo interconectado.

En un pasado no tan distante, no era tan sencillo para un servicio secreto saber qué estabas haciendo. Podían solicitar una orden judicial para espiar tus conversaciones telefónicas o enviar a un equipo para que te siguiera.

Averiguar quiénes eran tus contactos y cómo era tu rutina diaria requería paciencia y tiempo.

Ahora, casi todo lo que ellos podrían querer saber de ti -¿qué dices?, ¿dónde has estado?, ¿con quién te has visto?, e incluso ¿cuáles son tus intereses?- está contenido en un dispositivo que llevamos con nosotros todo el tiempo.

Podrían acceder a tu teléfono de forma remota sin siquiera entrar en contacto con él y tú nunca sabrías que tu amigable asistente digital ha sido transformado en el espía de alguien más.

Esta capacidad de intervenir de forma remota un teléfono era considerada una práctica que pocos estados podían intentar, pero estos exclusivos poderes de vigilancia están ahora en manos de muchos países e inclusive de individuos y pequeños grupos.

En el pasado, el cibersecuestro de datos conocido como ransomware, que permite a piratas informáticos exigir un pago para permitirte ingresar a tu propio sistema, era el territorio exclusivo de redes criminales.

Ahora, esta tecnología se vende como un “servicio” en la internet profunda.

Esto implica que podemos estar a un paso de entrar a un mundo en el que todos nos podemos volver espías, pero también -y con la misma facilidad- podemos ser espiados.

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